“El ambiente, unos meses antes de ir allí nosotros, era un campo de trigo. Sí, era un campo de trigo, acostado suavemente ante los montes de Guadarrama. En poco tiempo surgió la Facultad nueva, con su arquitectura tumbada (Luisa Catarla dice que da lo mismo mirar su fotografía patas arriba que al derecho, lo que me parece exagerar su reversibilidad), y sus ventanales generosos, y sus pasarelas de barco nuevo y blanco. Iban surgiendo los árboles tiernos, los caminos, cada revuelta a la caza de su sorpresa. Dentro, en la casa, había un piso de cada color. Piso rosa, piso verde, piso azul. Y una terraza, y ascensores, y un bar… El bar era la antítesis y el complemento de la terraza, ancho mirador hacia los montes, donde se paseaba sin apuro las mañanas iniciales de la primavera.”
Alonso Zamora Vicente, "Ciudad Universitaria", 1935.
Ese bar, entonces y ahora, se sitúa en la planta baja del edificio, con salida al jardín y orientación a mediodía.
Gracias a la cristalera que suple una de las paredes, la frondosa vegetación hace las veces de relajante telón de fondo.
Las amplias ventanas permiten la entrada además de abundante luz y aire fresco.
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La naturaleza se integraba así, como un elemento más, en la vida de los estudiantes. Y con ella la idea de "campus", importada de América, algo hasta entonces insólito en Madrid, donde los estudiantes se apiñaban en vetustos caserones dispersos por su apretado centro histórico.
Precisamente para paliar esta situación el rey Alfonso XIII tuvo un sueño, y fue el de una "Nueva Atenas" del saber y el conocimiento en las afueras de la capital, en terrenos de propiedad real cedidos por él.
Esa "Nueva Atenas" es lo que hoy conocemos como Ciudad Universitaria.
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El rey hizo de ese sueño un empeño personal durante los últimos años de su reinado. Quería para Madrid un campus desahogado, representativo y digno, donde se concentraran las diversas facultades entre jardines e instalaciones deportivas para oxigenar la mente después del duro esfuerzo intelectual, para despejarse y fortalecerse entre pruebas y exámenes con ejercicio físico.
Es decir, llevar a la práctica la sabia máxima de mens sana in corpore sano.
Este concepto tan americano, por dinámico y sport, de lo que debía ser la vida académica fue el que finalmente se adoptó, tras el intenso world tour de un equipo de intelectuales españoles por las principales universidades de Norteamérica y Europa en busca del modelo ideal para nuestra Ciudad Universitaria.
Este concepto tan americano, por dinámico y sport, de lo que debía ser la vida académica fue el que finalmente se adoptó, tras el intenso world tour de un equipo de intelectuales españoles por las principales universidades de Norteamérica y Europa en busca del modelo ideal para nuestra Ciudad Universitaria.
El resultado de este periplo fue mixto. En lo formal la influencia de la Bauhaus y su funcionalismo estructural y utilitario es obvia; esta facultad es un ejemplo evidente.
También en lo intelectual triunfaría el espíritu de las universidades europeas, especialmente las alemanas; para la distribución orgánica del conjunto, sin embargo, se impondría el esquema de los campus americanos.
El de Berkeley en concreto sirvió de inspiración para esta facultad.
**************************************Por último decir que, junto al Museo Chicote de la Gran Vía, este de la Facultad de Filosofía y Letras, y aun a falta del mobiliario original, permanece como uno de los bares más genuinamente art decó de Madrid.
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