En la Plaza de Tirso de Molina, 1.
Atribuido a Teodoro Anasagasti (dato que no he podido confirmar), el edificio ha vivido todo un vaivén de funciones y denominaciones.
Abrió primero como teatro, poco después se trasformó en cine -con el nombre de Progreso, tomando el entonces nombre de la plaza- y fue finalmente reconvertido en teatro.
Se le bautizó entonces con el nombre de Nuevo Apolo, en recuerdo del coliseo de la calle Alcalá que se conoció como "catedral del género chico" y que el Banco de Vizcaya derribó en 1929 para levantar en su solar una sede que, lo que son las cosas, ha quedado como una obra magnífica del art decó madrileño.
Ironías de la historia, o quizá como un deliberado acto de justicia poética, este nuevo Teatro Apolo nació con el patrocinio del Banco de Vizcaya, con la intención de convertirlo en otro templo del género lírico.
Parte de su fachada principal aparece cubierta por un enorme cartel. Y el estado de conservación de lo poco que se ve, a los lados, deja mucho que desear, lleno de ortopédicos pegotes que desvirtúan su arquitectura: aparatos de alarma y de aire acondicionado, focos, cables, hierros, letreros...
Este teatro necesita una limpieza y restauración a fondo de todo su exterior, lo que incluye las fachadas a las calles Lavapiés y Cabeza, también bastante cochambrosas.
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