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jueves, 28 de agosto de 2008
Francos Rodríguez 42
Obra del arquitecto Gustavo Fernández Balbuena de 1927.
Se trata de una antigua vaquería, establecimiento abundante en el Madrid de la primera mitad del siglo XX, cuando la leche se compraba fresca en sitios como este y no en tetrabriks.
Es un edificio de gran calidad compositiva en el que destacan elementos como la forja de los balcones o las ricas texturas en ladrillo.
Las dos figuras femeninas, que aluden a la vieja función del edificio, son de cerámica polícroma y fueron realizadas en la Escuela de Cerámica de Madrid.
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El diseño de este edificio está fuertemente influido por la arquitectura centroeuropea de la época y, más concretamente, la holandesa.
Por influencia de movimientos como De Stijl y arquitectos como Adolf Loos, la arquitectura holandesa de los años 20 y 30 del siglo XX simplifica sus formas y reduce el ornamento hasta hacerlo casi testimonial.
Sus fachadas son sobrias y funcionales, de planteamientos mucho más racionalistas y en las que sobre todo se emplea el ladrillo.
Es un ladrillo además recocido, de inconfundible tono oscuro y que suele combinarse con partes enfoscadas para ganar plasticidad en las fachadas.
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Este protagonismo del ladrillo le venía como anillo al dedo a una ciudad como Madrid, ladrillera por tradición y por necesidad.
Le pasa lo mismo que a Holanda, que le resulta muy difícil conseguir piedra para sus edificios; ha de ser traída desde lejos, lo que la encarece bastante.
Pese a todo, holandeses y madrileños hemos hecho de la necesidad virtud y nos hemos convertido en artistas del ladrillo. Sólo hay que visitar Amsterdam para darse cuenta; o admirar las filigranas del neomudéjar madrileño.
Por eso, los experimentos que, desde los años del Art Nouveau, llevaban haciendo los holandeses con las posibilidades expresivas y estructurales del ladrillo calaron muy bien en Madrid.
Como consencuencia, en los años del art decó (1925-1935 aprox), el ladrillo volvió a utilizarse en Madrid con un gran refinamiento, lo que puede comprobarse en los elaborados frisos, rebordes y cornisas de este edificio.
No es el único ejemplo que veremos en Madrid de este tipo de art decó a la holandesa.
Etiquetas:
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ladrillo
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3 comentarios:
Me gustaría aclarar (queda confuso en el texto) que Adolf Loos era Austriaco.
Me parece muy positivo que empecemos a valorar nuestra herencia arquitectonica, reflexionar sobre el pasado.
Me pasaré a ver el edificio!
Gracias por tu post, Daniel. Y por la aclaración ;)
Y yo que paso a menudo por ahí y no había reparado en el edificio... muchas gracias por esta entrada. Creo que he visto algún que otro edificio Art Decó por Tetuán, aunque pocos hay...
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