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miércoles, 2 de julio de 2008

Bravo Murillo 371










La fachada trasera, a la calle de Cuatro Amigos (arriba), es atravesada por una antiestética ristra de gruesos cables negros; una fea cicatriz que debería ser eliminada.

No es el único estropicio cometido en este edificio: en la última reforma, por no llamarla restauración, se le suprimieron varios pináculos escalonados con dibujos de ladrillo típicos del periodo streamline.
Inexplicablemente, decidió rasarse todo el edificio en la línea de la azotea, perdiendo así sus remates originales.

Al menos es un alivio comprobar que se conserva la carpintería original de madera en todas las ventanas, sin que ningún doble acristalamiento de aluminio estropee más el conjunto.

1 comentario:

Antoniojo dijo...

Pues ya van habiendo ventanas de aluminio, y la reforma que le hicieron al edificio fue una chapuza porque a los 6 meses de pintar se volvió a caer la pintura.