También irrumpió en la arquitectura, gracias, entre otros, al genio del arquitecto judeoalemán Erich Mendelsohn.
Una de sus señas de identidad serían los chaflanes curvos surcados por bandas horizontales de ventanas.
Mendelsohn los empleó profusamente en una serie de centros comerciales que construyó a finales de los años 20 por toda Alemania.
Los "chaflanes a lo Mendelsohn" no tardaron en llegar a Madrid, llenando la ciudad de esquinazos aerodinámicos como este y alcanzando su cumbre en el diseño del edificio Capitol de la Gran Vía.
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