Edificio de viviendas construido en 1930 por Fernando Arzadún e Ibarraran para Don Alberto Colomina.
Ocupa casi la manzana entera, un triángulo entre las calles Alcalá, Lombia y Hermosilla.
Aprovechando la forma del solar y para marcar su presencia urbana, la esquina de Alcalá con Lombia se resuelve con la típica silueta redondeada que evoca la proa de un barco, con remate llamativo.
Fachadas muy dinámicas gracias a la combinación teatral de líneas rectas y curvas. Son también muy plásticas al alternar enfoscado con partes de ladrillo que, además, muestran diseños elaborados.
6 comentarios:
El edificio de Arzadun me llamó la atención en el pasado mes de marzo, porque viví en Alcalá a poca distancia de Manuel Becerra. Me pregunto si Arzadun estuvo en contacto con Gutiérrez Soto, porque la casa está llena de motivos que el arquitecto madrileño utilizaba en cines y bares durante esos años, pero no en viviendas, que yo sepa. La utilización de aquellos motivos en un trabajo de major complejidad me parece un gran acierto de Arzadun.
En efecto, las coincidencias de estilo con Gutiérrez Soto son grandes... Pero no sólo en cuanto a sus locales de ocio, como bares o cines, también hay viviendas (como la de Fdez de los Ríos 53, a la que ya dediqué entrada) que recurren a los mismos o muy parecidos motivos: el interior de este edificio y el del que acabo de citar están resueltos de modo bastante similar.
No conozco por dentro la finca de Fernández de los Ríos 53, pero por fuera ésta, lo mismo que Zurbarán 17, es muy distinta de otros trabajos de G. Soto y de Alcalá 118también. Están en una línea más racionalista, muy libre de ornato, y bastante distanciadas del decorativismo decó. Si me proporciona la fecha de la entrada, me gustaría ver Fdez. de los Ríos 53 por dentro.
En todo caso, voy a ver si hay algo escrito sobre una posible relación de Arzadun con G. Soto y durante mi próxima estancia en Madrid--soy norteamericano, vivo en Seattle--voy a escarbar en el AVM, a ver si encuento algo sobre Alcalá 118.
La entrada dedicada al interior de Fdez de los Ríos 53 (casa García Villa) puede verse en el mes de marzo de 2009, así como otro interior suyo bastante análogo, el de Fdez de la Hoz 61.
Dentro del variado arco de tipologías que G Soto desarrolló a lo largo de su carrera, adoptando un estilo u otro según la corriente artística o política del momento (como le ocurrió en la posguerra con su reivindicación de una arquitectura "nacional"), la tipología racionalista-naval de los años 30 fue sólo un estilo más de los muchos que cultivó, siguiendo una línea coherente con la evolución de la arquitectura más cosmopolita de la época.
La obra cumbre de este periodo, su piscina La Isla, en el Manzanares, por desgracia ha desaparecido, pese a conservarse más o menos en pie hasta los años 60.
Hubo planes de reconstruirla en el nuevo proyecto para el Manzanares de Gallardón, pero finalmente se desechó la idea.
Yo conocí la Piscina de la Isla, pues viví una temporada no muy larga cerca de la Estación del Norte--que ciertamente está pidiendo a gritos que le arreglen la fachada que da a la cuesta de S. Vicente--y pateando calles pude conocer la zona lindante con el Manzanares, más o menos hasta el puente de Toledo, con algo de detalle. Estaba hecha polvo pero se veía por debajo de su aspecto ruinoso una obra de calidad, lo mismo que en otro orden de cosas se podía apreciar la calidad del viejo edificio del aeropuerto de Barajas. Concretamente, la Piscina podía compararse favorablemente con la gran obra en esa línea racionalista de Aizpurua y Labayen, el Club Naútico de S. Sebastián.
Sí, es cierto, G. Soto era el gran camaleón de la arquitectura española moderna. Sus respuestas formales estaban casi siempre muy à la page, e incluso algunas de sus obras más abiertamente políticas--era un franquista de observación muy estricta--, como el Ministerio del Aire, consiguen no caer en el kitsch que hace que el Valle de los Caídos sea un parque temático contrarreformista.
En primer lugar, muy de acuerdo con su descripción del Valle de los Caídos como "parque temático contrarreformista" :)
Si G Soto no incurrió en ese kitsch fue precisamente porque, aun abrazando el revival arquitectónico nacionalista, mantuvo siempre una calidad excepcional en su labor como arquitecto.
Por expresarlo de otra manera, lo que G Soto diseñaba o trazaba lo convertía en una pequeña o gran obra maestra, cualidad al alcance de sólo unos pocos de su oficio, los verdaderos genios.
En cuanto a esa obra seminal que fue el Club Náutico en Donosti de Aizpúrua y Labayen, marcó el inicio del furor de las líneas navales o de crucero en la arquitectura de los años 30, al menos en España, por más que los elementos naúticos se compartieran a nivel internacional en el estilo denominado en su país "streamline moderne" y racionalista en el nuestro.
Por último, decirle que le envidio por haber conocido, siquiera en estado ruinoso, el complejo de La Isla.
Un cordial saludo.
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