‘La arquitectura ha de ser moderna, como un avión en el que no sobra ni falta ningún elemento’
Casto Fernández Shaw
El estilo aerodinámico, Streamline Moderne en inglés o también Moderne Style, es la arquitectura inspirada en barcos y aviones típica del segundo periodo del Art Decó, ya en la década de 1930.
En esa década la arquitectura pasa a ser futurista y,
mediante sus formas y motivos, ensalza la máquina y la velocidad, sobre todo la
de locomotoras, transatlánticos, automóviles o aviones.
El nuevo estilo
arquitectónico, salpicado de elementos náuticos, enfatizaba las formas curvas,
las superficies desnudas y la horizontalidad.
La arquitectura aerodinámica tuvo un ejemplo temprano en la construcción de los hangares para dirigibles de Orly por Freyssinet (1925). Pero es el Edificio Chrysler de Nueva York el que se considera hito de transición entre la primera fase del Art Decó –Zigzag Moderne- y la segunda, conocida como Streamline Moderne o Moderne Style.
Es decir, el moderno estilo aerodinámico.
Empezando por arriba, la aguja (de 37 metros) está cubierta de acero
inoxidable para darle el lustre de un coche recién salido de fábrica. Justo
debajo de ella, el característico remate en curvas que evoca la rejilla del
radiador de un coche, decorado con tapacubos arquitectónicos y estilizados. Las
cuatro gárgolas aladas de acero recuerdan los ornamentos del capó del Plymouth.
El diseño del Chrysler Building causó furor: a finales de los años 30, todo lucía ya un diseño aerodinámico, desde las teteras a los automóviles, de las tostadoras a los encendedores.
En una época de exaltación tecnológica, la estética de la máquina –aeroplanos, automóviles y trasatlánticos- constituye una fuente de inspiración, como ya apuntaba Le Corbusier en su libro ‘Hacia una nueva arquitectura’.
Pero junto a la fascinación por el progreso y la máquina, hubo otros factores que contribuyeron a crear la arquitectura aerodinámica: el futurismo italiano y el expresionismo alemán, sobre todo la figura de Erich Mendelsohn y su Mosse Haus en Berlín, una influencia capital.
Hubo en nuestro país arquitectos pioneros como Casto Fernández-Shaw, que ya empleaba el término ‘arquitectura dinámica’ en la España de los años 20.
En 1927 firmaría ese emblema de la modernidad española que fue la gasolinera de la calle Alberto Aguilera de Madrid. Sus formas no son gratuitas: el propio arquitecto se consideraba a sí mismo investigador y teórico de la corriente "aerodinámica" o "arquitectura aérea".
Su exploración llegaría al límite dos años después, en 1929, cuando se presenta al concurso del aeropuerto de Barajas, que diseña con forma de aeroplano junto al ingeniero Rogelio Sol (imagen inferior).
Al igual que el visionario Fernández-Shaw, la arquitectura aerodinámica da la espalda a la historia y basa su inspiración en una iconografía maquinista que evoca imágenes de dinamismo, ligereza y funcionalidad.
Las construcciones más audaces de la época recrean una
potente simbología aerodinámica. Edificios, balcones y torres se curvan, se
doblan y fluyen por puro placer.
Y son los edificios más relacionados con ella los primeros en asumir estas nuevas líneas arquitectónicas: gasolineras, aeropuertos, estaciones de autobús, clubes náuticos, cines, piscinas o salas de fiesta, para ir transformando otras tipologías como fábricas y mercados.
En el caso de España, la arquitectura aerodinámica prende
con fuerza en gran número de cines así como en muchos mercados municipales que
se construyen entonces: el de Olavide en Madrid (desaparecido), el de Abastos de Algeciras (1935, de Eduardo Torroja) o el de San Agustín en La Coruña, de Santiago Rey Pedreira (1932).
No obstante, el estilo
aerodinámico tuvo mayor arraigo en el continente americano, concretamente en
Estados Unidos, donde se consagró como el estilo que devolvería al país su
liderazgo y su optimismo tras el colapso económico del 29.
A su extraordinaria difusión
contribuyó decididamente el cine, de modo que la arquitectura aerodinámica se
internacionaliza en los años 30 y es asimilada por el Art Decó como nueva
versión de lo moderno.
No olvidemos que eso, resultar rabiosamente moderno, era
la máxima aspiración del estilo.
Como también es indiscutible que, junto
con el racionalismo más puro, el Art Decó aerodinámico formó parte en la España
de los años 20 y 30 de la vanguardia arquitectónica.
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