Según me informó el portero, esta finca y la de al lado (nº 22) fueron construidas en 1932 por el mismo arquitecto -del que no me supo decir el nombre-, por encargo de una familia acomodada. Su escudo es el que aparece sobre la puerta de madera del portal (v. entrada anterior) y en los motivos ornamentales de la fachada.
Mientras que el edificio de al lado se destinó a pisos de alquiler (aún lo son), los de este se vendieron, reservando una vivienda para la familia propietaria del edificio.
Es interesante notar la diferencia de estilo de ambos edificios, pese a haber sido proyectados por el mismo arquitecto y en el mismo año.
Mientras en este nº 24 perdura todavía la corriente art decó más decorativa, en el edificio de al lado las líneas son más severas y vanguardistas, con una fachada desnuda de adornos que solo juega con el contraste entre ladrillo y piedra artificial.
La convivencia de estilos tan distintos, diseñados incluso por un mismo arquitecto, demuestra la promiscuidad arquitectónica del Madrid del primer lustro de los años 30. La variedad solo empezó a uniformarse a partir de la Ley Salmón de 1935, dentro de líneas ya más racionalistas.
El portero me contó dos anécdotas más: que el Ministerio de Industria les había obligado a sustituir el antiguo ascensor por uno moderno y que un individuo le había ofrecido dinero en una ocasión por la puerta de madera del portal.
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