Conjunto de cuatro edificios de viviendas de alquiler encargados por Eduardo Figueroa Alonso-Martínez, marqués de Amurrio.
Levantados sobre un solar rectangular, los cuatro se fundieron en una composición de carácter unitario, con planta en H estirada para aprovechar la profundidad del solar.
El retranqueo en su parte central garantiza higiene y luminosidad a todas las viviendas (dos por planta), mientras que las casas de los extremos sí guardan la línea de fachada.
Levantados sobre un solar rectangular, los cuatro se fundieron en una composición de carácter unitario, con planta en H estirada para aprovechar la profundidad del solar.
El retranqueo en su parte central garantiza higiene y luminosidad a todas las viviendas (dos por planta), mientras que las casas de los extremos sí guardan la línea de fachada.
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Construido entre 1925-27, es obra del mismo autor de la vaquería de Francos Rodríguez 42, Gustavo Fernández Balbuena.
Se repiten por tanto las coordenadas de estilo, basado principalmente en líneas funcionales y modernas y el uso imaginativo del ladrillo -en esta ocasión leonés, fabricado en Tierra de Campos-, un material humilde y tradicional al que vuelve a sacar todo el partido. Con él se trazan bonitos dibujos geométricos y se moldean rebordes, cornisas y arcos de medio punto como los del pórtico de acceso.
El ladrillo pierde protagonismo en los pisos altos, dominado por el revoco de una fachada luminosa y tersa, sin ornamentar.
El ladrillo pierde protagonismo en los pisos altos, dominado por el revoco de una fachada luminosa y tersa, sin ornamentar.
Es otro ejercicio de composición personalísimo del arquitecto, en el que también combina el balcón esquinado español con bow-windows.
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Muy influido por la obra en ladrillo del arquitecto holandés Hendrik Petrus Berlage, este conjunto residencial representa un hito en la introducción de la arquitectura moderna en Madrid.
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