Ante la demanda creciente de líneas telefónicas, las centrales construidas en los años 1920 y 30 por la Compañía Telefónica Nacional de España no tardaron en verse desbordadas.
Se hizo pues imperativa la construcción de nuevos edificios -casi todos de pequeño y mediano tamaño- que descongestionaran las centrales ya en funcionamiento.
La primera que se planteó fue esta Central Norte, en el nº 41 de la calle Raimundo Fernández Villaverde. Fue la obra más ambiciosa que acometió la CTNE -nacionalizada en 1945- durante el periodo de la autarquía. Daría servicio a todo el barrio obrero de Tetuán-Cuatro Caminos y al eje de expansión hacia el norte de la Castellana, entonces Avenida del Generalísimo.
Esta zona norte hasta entonces había sido atendida por el edificio de la calle Jordán, que ya no daba abasto. De modo que se emprendió la construcción de la que sería la quinta central telefónica de Madrid, en un solar que la compañía adquirió en 1944.
Alzado de la fachada principal, de la colección de planos originales.
En 1945 se inician las obras, a cargo del arquitecto de la compañía José María de la Vega Samper. Pese a las carencias y penurias de la posguerra -no había hierro, ni acero ni hormigón-, los arquitectos de Telefónica no bajaron el listón en cuanto a materiales dignos y estándares de calidad. De la Vega Samper no fue una excepción. Dentro de las acuciantes limitaciones de la época y su pequeña escala, consiguió resolver el edificio con nobleza y cierto empaque.
El edificio es también paradigma de la pervivencia del art decó en Madrid en el periodo inmediatamente posterior a la guerra, en abierta sintonía con lo que también sucedía en los EE UU, donde el estilo seguía floreciendo en la arquitectura de las centrales telefónicas.
Trascribo a continuación de la tesis doctoral 'De Gran Vía al Distrito C. El patrimonio arquitectónico de Telefónica', de Fco. Javier García Algarra*:
"(La central Madrid Norte) es la obra maestra del autor en arquitectura comercial y recurrió para ella a su experiencia acumulada con un lenguaje que era ya clásico en el negocio. El cerramiento en granito podría llevar a la tentación de relacionarlo con los cercanos Nuevos Ministerios y, en último término, con el monasterio de El Escorial, pero resultaría artificioso. Son muy numerosos los antecedentes de centrales parecidas en América y Europa antes de la II Guerra Mundial.
El solar, de grandes dimensiones y forma regular, permitió establecer una distribución racional. Todo el cableado exterior llega por la parte trasera, de manera que el repartidor y el paso de cables se sitúan junto al muro ciego posterior.
La fachada principal quedó libre para disponer la gran superficie acristalada, con los característicos recercados en piedra. Cada una de las tres plantas presenta seis balconcillos a la calle, con antepecho metálico en “verde Telefónica”.
La simetría del conjunto se resalta con una entrada monumental en la que se rehuyó de la decoración barroca, sustituida por tres bajorrelieves con alegorías de la comunicación.'
Inauguración de la central. José Mª de la Vega Samper aparece a la derecha, con las manos en los bolsillos de la americana.
Nada más inaugurarse, en 1949, dio inmediato servicio a 10 000 nuevas líneas, pudiendo ampliarse hasta las 40 000. Una capacidad que pronto resultó insuficiente, llevando en los años 60 a añadir dos plantas al edificio, que alteraron dramáticamente su silueta original.
El postizo no soló arruinó el bonito remate, parece achatar el edificio al introducir una horizontalidad agresiva con las líneas verticales originales.
La guía 'Arquitectura de Madrid' del COAM lo describe así:
"Magnífico edificio, lamentablemente recrecido en altura, en el que destacan los elegantes relieves alegóricos sobre comunicaciones en torno a la puerta.'
Perspectiva artística de la central Norte que se expuso en los escaparates de Gran Vía durante su construcción.
Esos relieves, que conforman un tríptico, son lo más sobresaliente de todo el edificio.
En ellos figuran representados todos los que entonces eran símbolos de un imparable progreso que hacía cada vez más pequeño el planeta: locomotoras, automóviles, barcos, aviones, una red de hilos de teléfono y antenas de repetición emitiendo ondas al aire y que recuerdan al emblema de los estudios RKO, tan famosos por aquel entonces.
*Licenciado en Geografía e Historia por la UNED e ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid, presentó esta (excelente) tesis doctoral ante el Dpto. de Hª del Arte de la UNED en diciembre de 2011. De ella se ha extraído gran parte de la información para este post.
Las imágenes pertenecen al Archivo Histórico Fotográfico de Telefónica.
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