Forman un conjunto con el edificio de la entrada anterior, en Altamirano 37. Todos ellos diseñados en 1935 por el mismo arquitecto Ángel Laciana García y destinados a viviendas de renta alta.
Llama la atención la gran plasticidad de las fachadas, la calidad del ladrillo y la dinámica composición de ventanas y balcones de peto ondulados de longitud variada.
Aparecen también las características hiladas y bandas paralelas de ladrillos que servían como metáfora de la velocidad, dentro del espíritu aerodinámico que lo inspiraba entonces todo, y que refuerzan el dinamismo de la fachada.
Muy interesante también el diseño geométrico -muy bauhasiano- de los antepechos y barandillas metálicas.
El edificio se levanta sobre un solar en esquina, con chaflán curvado en un sentido muy aerodinámico al que remata una pérgola con pilastras -ahora cegada- y en la que se aprecia otro motivo decorativo de la época, las rayas paralelas como galones. Galones que encontramos también decorando los lados de las torrecillas que, unidas por una pérgola, se levantan a cada trecho sobre la cornisa del edificio.
Dañado durante la Guerra Civil, fue reconstruido después por el arquitecto José Mª Rivas Eulate.
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