Edificio en San Hermenegildo 15.
Concebido inicialmente para burgueses autosatisfechos, el art decó fue un estilo de vocación lujosa que, cuando el cliente lo permitía, utilizaba materiales de rara o excepcional calidad: vidrio, bronce, mármoles de diferentes colores y procedencias, granito, estaño...
Fueron también los años en que, para los trabajos de pequeño formato, se pusieron de moda materiales exóticos como el ámbar, el jade o el carey. Y cómo no, en una época obsesionada por lo novedoso, el art decó introdujo también otros inéditos como el aluminio, el cromo, la baquelita o el acero inoxidable, por no hablar, a partir de los años 20, de la popularización del hormigón armado para las estructuras de edificios y viviendas.
Entre los materiales cuya utilización no tenía precedentes figura el raro metal de nirosta. La aguja del Edificio Chrysler de Nueva York está revestida de esta aleación de acero y níquel cromado, elegida por su fácil mantenimiento.
Fueron también los años en que, para los trabajos de pequeño formato, se pusieron de moda materiales exóticos como el ámbar, el jade o el carey. Y cómo no, en una época obsesionada por lo novedoso, el art decó introdujo también otros inéditos como el aluminio, el cromo, la baquelita o el acero inoxidable, por no hablar, a partir de los años 20, de la popularización del hormigón armado para las estructuras de edificios y viviendas.
Entre los materiales cuya utilización no tenía precedentes figura el raro metal de nirosta. La aguja del Edificio Chrysler de Nueva York está revestida de esta aleación de acero y níquel cromado, elegida por su fácil mantenimiento.
Recurriendo a un referente cercano, el edificio Carrión de la Gran Vía, vulgarmente conocido como Capitol, también representó en su día una aportación de nuevos materiales, al introducir en nuestro país por primera vez las telas ignífugas.
Edificios en Montserrat 16-18.
Forman, junto con el de San Hermenegildo 15, un conjunto de casas obreras levantado seguramente al mismo tiempo y de aspecto en algunos casos muy alterado.
En Madrid tenemos casos de art decó opulento, en los que se nota había presupuesto; hemos visto ejemplos abundantes en el barrio de Salamanca: como muestra, el portal de Goya 18, un festival de mármoles de distinto color y pulidas caobas.
Otro perfecto ejemplo es el ya citado edificio Carrión, erigido por iniciativa de un promotor privado que no escatimó en gastos. Para su construcción se escogieron materiales de la mayor calidad: granito pulimentado para el chaflán, arenisca en las fachadas laterales, caliza de Colmenar de Oreja para las molduras y detalles, pórfido en el basamento y mármoles travertinos en los interiores.
Como contrapunto, el art decó madrileño también presenta un aspecto proletario: es el art decó de las clases populares.
En los barrios más humildes de Madrid, en los edificios de más bajo presupuesto, las fachadas se resuelven con un simple revoco de yeso sobre las paredes de ladrillo.
Pese a las limitaciones, el estilo aparece con dignidad de diseño en los modestos detalles decorativos, concentrados en la rejería de antepechos y en la puerta principal.
Esto ocurre sobre todo en el primer periodo, el zigzag, en el que el art decó, como nuevo arte aplicado, brilla en las labores de herrería. Especialmente en Europa, donde los trabajos metálicos se concentran, y Madrid es un buen muestrario, en las celosías de ventanas y balcones y en las puertas de acceso a los edificios.
En los barrios más humildes de Madrid, en los edificios de más bajo presupuesto, las fachadas se resuelven con un simple revoco de yeso sobre las paredes de ladrillo.
Pese a las limitaciones, el estilo aparece con dignidad de diseño en los modestos detalles decorativos, concentrados en la rejería de antepechos y en la puerta principal.
Esto ocurre sobre todo en el primer periodo, el zigzag, en el que el art decó, como nuevo arte aplicado, brilla en las labores de herrería. Especialmente en Europa, donde los trabajos metálicos se concentran, y Madrid es un buen muestrario, en las celosías de ventanas y balcones y en las puertas de acceso a los edificios.
A partir de los años 30, con la influencia de la escuela Bauhaus y el paso al más sobrio y racionalista estilo aerodinámico, la decoración de las ventanas y balcones se resuelve de un modo mucho más sencillo y económico: con barandas tubulares, aunque también hay dignos (y sofisticados, con sus limitaciones) ejemplos de decoración, incluso en los sencillos interiores.
En los bajos de este último edificio hay un bar-restaurante que conserva en sus ventanas las rejas originales.
Esto me recuerda, a propósito, a la iniciativa de salvar en Tetuán el patrimonio neomudéjar de carácter popular , ahora bastante mermado y otrora floreciente en un pujante barrio obrero que no quería ser menos, una iniciativa promovida por los mismos vecinos (algunos arquitectos e historiadores) que han hecho inventario y mapeado las escasos ejemplos existentes. El Ayuntamiento se ha propuesto catalogar al menos las dos terceras partes (aprox. 240 de más de 300 edificios supervivientes).
Con estas muestras de art decó popular (ya sea zigzag o aerodinámico/streamline moderne, esto es, 'racionalista', aunque cada día le tengo más manía a esta etiqueta que sirve igual para definir los grupos escolares de Antonio Flórez Urdapilleta que la arquitectura naval de los años 30) debería pasar lo mismo; deberían contar con algún tipo de protección, siquiera básica.
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