La entrada está en el nº 231 de la calle de Arturo Soria, situándose el recinto, definido por ese aire de club náutico de secano, en una suave ladera sobre la M.30.
Su arquitecto fue Fermín Moscoso del Prado, según proyecto con fecha de 1945.
La construcción finalizó en 1947. En 1952 se realizó una ampliación de la terraza a cargo de los arquitectos José Antonio Corrales y Luis Gutiérrez Soto, añadiendo la magnífica pérgola y un muro calado con un bonito diseño geométrico.
Es curioso que Luis G. Soto interviniera en este edificio, que tanto debe en lo formal a su piscina La Isla y que se relaciona también con otras obras parecidas realizadas en los años 30 en Madrid, como el complejo recreativo Playa de Madrid, de Manuel Muñoz Monasterio.
En este artículo publicado en 2010 en El País se relata con jugoso detalle lo que la piscina Stella, influida quizá por su diseño, significó para la ciudad.
Cerrada desde hace años, su futuro se presenta incierto aunque en principio esté protegida.
Es uno de los edificios históricos mejor conservados de la Ciudad Lineal y, desaparecida la piscina La Isla (que se planteó reconstruir para el proyecto Madrid Río pero que finalmente se desestimó), queda hoy como el máximo exponente de la corriente de arquitectura naval que floreció en los años 1930.