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martes, 15 de marzo de 2016

Teatro Fígaro



El paño de ladrillo estriado marca el eje vertical de la fachada (arriba). En él aparece uno de los elementos distintivos de la arquitectura de los años 1930: el termómetro
Se trata de una ventana espigada de cristal que asciende por la fachada, señalando el recorrido de la escalera. 
Otros ejemplos notables de 'termómetros' de la época en Madrid pueden verse en el antiguo cine Europa o en este edificio de la costanilla de Santiago.

 
En la calle Doctor Cortezo, 5.
Autor: Felipe López Delgado.
1931

Felipe López Delgado era miembro del Grupo de Artistas y Técnicos para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, más conocido como GATEPAC. Esta organización se dividía en tres grupos según el área geográfica: estaba el catalán o GATCPAC, el Norte (centrado en el País Vasco y al que se debe el seminal Club Náutico de San Sebastián) y por último el grupo Centro, activo en Madrid y al que pertenecía el arquitecto.

López Delgado trazó esta obra siendo absolutamente coherente con los postulados racionalistas de su grupo, inspirados en la arquitectura más vanguardista del momento.
Estos básicamente eran: economía formal no reñida con un diseño agradable, entorno higiénico y arquitectura democrática, al alcance de las masas.
En el GATEPAC, al igual que hacía Le Corbusier, se fijaron para ello en las formas funcionales de barcos y aviones, de ahí el aire naval que se le dio al interior del edificio.

El edificio marcó un pequeño hito en la introducción de la arquitectura moderna en Madrid, al tratarse de la primera sala de espectáculos construida estrictamente según este compromiso tanto estético como ético.

En esta recreación del interior original del teatro pintada por Damián Flores Llanos se aprecian los balconcillos redondos desaparecidos.

Planeado inicialmente como sala de proyección con el nombre de Cine Moderno, su dueño, Ildefonso Anabitarte, cambió de idea durante las obras y decidió inaugurarlo como teatro.
Al no haberse previsto un escenario, hubo que improvisar uno bastante raquítico, lo que hizo que las funciones teatrales en este edificio se limitaran durante años a obras ligeras de montaje fácil y que no requerían de gran espacio.
Finalizado en 1931, al año siguiente recibió la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes.

La sala de cine se dispuso paralela a la calle, aprovechando al máximo la forma rectangular del solar. Contaba con capacidad para 950 espectadores. El teatro todavía conserva dos enormes proyectores de la época.
El vestíbulo se adaptó a este diseño, alargándose también, con escaleras a ambos lados para acceder a la planta superior.
Para las demás dependencias se aplicó una distribución racional, según requiriesen de más o menos luz y ventilación.

El patio de butacas en los años 30.

La composición de la fachada es de una gran sencillez. Como escribió Patricia Gosálvez en El País: 'Era una fachada limpia que miraba a un futuro luminoso'. Juega tanto con las líneas verticales como con las horizontales, y combina superficies de distintos materiales: enfoscado, ladrillo rugoso, mármol negro y cristal.

El edificio quedó prácticamente destrozado en la guerra civil, y su fachada se desfiguró posteriormente.
En 2009 fue sometido a una profunda restauración que trató en lo posible de recuperar su dignidad arquitectónica perdida. De ella se encargó Antonio del Castillo, uno de los nuevos socios propietarios y arquitecto. En su afán por devolverle el brillo original al edificio, recuperó también el rótulo que lo coronaba inicialmente.

El edificio en 1933.

La tipografía, fielmente reproducida, es fantástica, y de noche luce en todo su esplendor, dándole al edificio el aspecto cosmopolita y atractivo con que fue concebido.



El rótulo del teatro, luciendo su espectacular tipografía vanguardista de noche.

Abajo, página extraida de una guía turística del Madrid de aquellos años.
En ella figura ya el flamante teatro Fígaro, presentándolo a la sociedad de la época como 'el más elegante, más moderno y más solicitado'.


En el artículo citado anteriormente, Patricia Gosálvez dejaba caer el dato de que, en un despacho del teatro, se conservan todavía los poquísimos muebles art decó que sobrevivieron a la guerra y al olvido.
'Un mobiliario maravilloso', en palabras de Antonio del Castillo, y que tienen idea de reponer algún día.

Desde este blog le animamos con entusiasmo a ello.

Madrid Art Decó quiere dar las gracias también a Enrique Fidel y su magnífico blog Urban Idade. De él se han tomado las fotos antiguas del teatro y la pintura del vestíbulo de Damián Flores.

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